domingo, 22 de enero de 2012

fuentes de nostalgia: la historia


E aquí la historia previa a la carta que tono gris el espacio que algún día lo adorno el color de la alegría:
La flor de mi juventud sumergida en el vacío de los días,
Me impacte al conocer el destello que irradiaba aquella dama y su belleza,
Con el agasajar de sus ojos, con la melodía de su voz, con su ternura y delicadeza.
Similar a un rubí eran sus labios rojos,
Como lluvia refrescante invadió mi piel
Su cabello era dulce y suave como la miel
Era brillo para mis ojos.
El día se llego, nuestras voces compartieron temas, horas de conversación ingenua, horas de gloria para mi razón.
El viento acariciaba su cabello, jugando con el y engalanando el ambiente. Adornando con su belleza la sencillez de una pálida banca situada en un costado del parque.
Cinturones de hojas verdes rodeaban los arboles que inundados en vida sonreían al destello de sus ojos en pleno sol de primavera.
Día tras día recostados en el fino césped, divisando la magnitud del cielo azul, comparándolo con la grandeza del mar. Horas cortas en las cuales se perdían nuestros ojos hasta el cielo tonarse oscuro, y era entonces cuando las estrellas nos hablaban, y sus constelaciones resultaban admirando nuestro cuento diario, de ignorar los minutos y vivir para eternizar el tiempo.
Mas días, nuestras manos sudaban pero aun así estaban juntas, encadenadas a la fantasía y al sabor de la ternura. La luna sonrojada y algo incomoda, empezaba a acostumbrarse a nuestros halagos, y las estrellas empezaban a cumplir nuestros silenciosos deseos.
Sin pronunciar palabra, nuestros ojos se expresaban con cuanta exactitud, y con cuanta inocencia pestañaban tratando de ocultar la modestia, pero el sudor de las manos delataba nuestros nervios, aquellos nervios ingenuos.
Aquel día de invierno, el frio invadió los poros de aquella doncella, pero al tiempo fue el aliado ideal para dar un paso más al frente. Y fue entonces cuando el calor de mis labios, tono cálido el momento al rosarlos suavemente con los suyos. Jamás había sentido tanta delicadeza en mis manos, mis dedos se deslizaban lentamente por su rostro, y fue como palpar el escabel de Dios desde la tierra.
Luego bajó su cabeza lentamente con el fin de aposentarla en mi pecho.
Su cabello recorría mi rostro con cuanta dulzura, sumergido en carisias, en palabras, en silencio, en momentos eternos que habíamos cosechado en tanto tiempo.
Mis manos arrullaban sus sentidos al acariciarla con cuanta delicadeza, como si se tratara de la más delicada fuente de cristal.
Luego de dormir unos minutos, placenteramente, bajo la sabana de la paz, la frescura y la tranquilidad, abrió sus ojitos para ver cesar la lluvia y con su mano señalaba un charco en el sardinel del parque.
Sin soltar nuestras manos caminamos lentamente asia el charco, cada paso se fusionaba con la paz que en realidad invadía nuestros sentidos en ese momento. Nos arrodillamos para ver nuestros rostros fusionados con el espesor cristalino del agua estancada en el charco, y nos perdimos en aquel sueño fantasioso. Navegamos por segundos eternos bajo el roció, el cual ruborizaba su rostro, y la asia mas perfecta y hermosa, era la misma naturaleza engalanando su belleza.
Su mano empezó aquel juego en el que el charco se derramo por todo nuestro cuerpo. Jugamos hora tras hora lanzándonos agua sin importar las malas caras a nuestro alrededor.
Sus carcajadas aun danzan ausentes por los aires dándole color a los días grises.
Los días de ingenuidad se esfumaban con tanta pasividad que jamás se percibieron, y la pasión empezaba a robarse cada instante de locura, dulzura, y armonía vividos junto a ella.
Nuestras manos se apretaban mas fuerte y el sudor se asia mas lujurioso.
Nuestros ojos hablaban un idioma desconocido pero agradable a nuestros sentidos, referente a pasión, deseo y locura.
Cada beso acompañado de ternura y suavidad, era cortejado por la más insaciable pasión, pasión que nuestros cuerpos jamás habían sentido con tal deseo.
El momento ameritaba un espacio desigual al acostumbrado, pero igual de dulce y agradable.
Luego, una de aquellas noches vacías que solía disfrazar con sueño, la invadió el deseo, la pasión, la ternura, el afecto y la paz transfigurados en el cuerpo, la sonrisa y el placer de aquella doncella.
El calor de su cuerpo pasó a formar parte de mis sentidos, el sudor de sus manos rozando y explorando mi cuerpo fue la razón de mi sonrisa permanente.
Los agitados latidos de su corazón y sus inhalaciones extremas en mis oídos transformaron mis sentidos. Oír el silencio viajando en el cosmos, palpar la gloria dormida en mi ser, oler el placer infinito en mi espacio, gustar el sabor literal de la ternura y la pasión fusionadas sin limite, y ver con mis dichosos ojos a la mujer mas hermosa de la creación compartiendo la gloria con migo, fue simplemente alcanzar lo inalcanzable, y transfigurar el dolor de la primera vez en placer y mas placer.
Al amanecer nuestra silueta había sido pintada en la aurora de un nuevo día.
El sudor de su cuerpo se había consumido en mis poros, y mi sudor en su piel.
Acostados, mirando asia donde nuestros ojos viajarían por siempre sin hallar destino fijo, perdidos en el cosmos del amor infinito, deseábamos que esta historia fuera cada día mas coloreada. Y anhelamos escribirla con carisias, con silencio y miradas entrelazadas.
Cada día transcurrido, y cada noche compartida alimentaba nuestro cuento de fantasía.
Pero cada historia, tiene su partícula de tristeza, el problema es cuando esta partícula se detiene para convertirse en final.
Un día, soleado y preciso para nuestro cotidiano encuentro, camine rumbo a su hogar, para pasear cogido de su mano asia aquella baca pálida en la cual empezó nuestro cuento de fantasía.
Caminaba con aquella sonrisa irradiante que invadía mi rostro totalmente cuando me dirigía al pedestal de mi doncella.
Al llegar a su dulce morada, mis manos se enfriaron con brusquedad, y hubo catástrofe natural en mis sentidos al ver aquella casa vacía.
Mi extenso espacio empezaba mostrarme que nada es eterno, y mi espacio literal no me permitía ver mas halla del realismo.
Agache mi cabeza asia el suelo, y lagrimas emergieron de mis ojos sin un saber patente, como si mis sentidos hubiesen tomado vida propia.
Al levantar solo un poco la mirada, estaba una hoja de papel extendida sobre el antejardín que al levantarla decía:
¨La vida es corta.
Pero cuan eterna se pone cuando vives en contra de tu voluntad.
Siguiendo los pasos de toda una descendencia dedicada a viajar como nómadas con fines lucrativos.
Pero hoy el nómada será mi corazón, consiente que jamás hallara un amor tan real como el que viví cobijada en tu costado.
Jamás quise vivir para esto, y ahora no quiero vivir sin ti, pero recuerda: lo que puede ser prefecto lo deteriora el tiempo y la distancia.
Las palabras sobran, me invade la tristeza y saber que dejare con tigo mi silueta en aquella banca pálida, aunque en realidad no este.
La nostalgia será el aposento de cada lágrima danzando en tu recuerdo.¨
Respire profundo, con la mirada mas halla de mi propia expectativa, pero mas perdido que nunca en la pena.
Camine como pude hacerlo, ya que mis piernas no respondían.
Esta vez conocí el lado oscuro del silencio, aquel silencio complemento de la melancolía.
Y sentado en aquella banca pálida, arropado por el viento de otoño, fusione tu carta con la mía, escrita con sangre, lágrimas que derramaban mis muñecas y se convertían en tinta para escribir el final de esta historia, que transformaron las carisias, el silencio y las miradas entrelazadas, en frustración, dolor, penas.
Convirtieron ilusiones de cristal, en fuentes de nostalgia.

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